Descubre las Causas de la Elevación de la Fosfatasa Alcalina en Perros


Por norma general, en el momento en que la FA incrementa, tiende a estar socia a inconvenientes hepáticos y óseos. Por consiguiente los primordiales síntomas que se muestran son:
- Sensación general de cansancio.
- Prurito recurrente.
- Deseo incesante de devolver y náuseas.
- Falta de apetito.
- Orina mucho más obscura y heces mucho más visibles.
- Fracturas y deformidades en los huesos.
- Hinchazón o mal abdominal.
¿Cuáles son los síntomas de la patología hepática en las mascotas?
No es sencillo admitir un inconveniente hepático en tu perro o gato, por el hecho de que por norma general podrías relacionar el inconveniente con otras patologías que no están de manera directa similares con el hígado. Siempre y en todo momento merece la pena tener bastante precaución y asistir al veterinario si ves alguno de estos síntomas:
- Pérdida de apetito.
- La mascota pierde peso velozmente. Anorexia.
- Las mascotas consumen enormes proporciones de agua.
- Tropieza o pierde la estabilidad al caminar.
- Incremento importante de la proporción de orina, tal como del número de ocasiones que orina.
- Confusión o incomodidad momentánea.
- La debilidad es aparente.
- Va a ver sangre en la orina o las heces.
- Se tienen la posibilidad de delegar mascotas.
Urea o uremia
La urea es un complejo nitrogenado producido por la digestión de proteínas. Es un producto de desecho que los riñones tienen que remover de la sangre. En el momento en que estos órganos no marchan bien, no tienen la posibilidad de filtrar esta substancia y la urea empieza a acumularse en la sangre, con lo que su valor en el análisis de sangre en perros exhibe de qué manera marchan los riñones.
Cualquier obstrucción en el fluído de orina provoca que la vejiga se llene y los riñones por el momento no tienen la posibilidad de generar orina, por poner un ejemplo, en el síndrome del tracto urinario inferior en gatos o cálculos en la vejiga. La carencia de fluído de sangre a los riñones asimismo impide la capacitación de una cantidad correcta de orina; este sería la situacion en el caso de deshidratación severa o insuficiencia cardiaca. Una infección como la piometra hace la acumulación de complejos antígeno-anticuerpo en los riñones, impidiendo la filtración habitual. En estas situaciones, el valor de la uremia regresa a la normalidad en el momento en que se soluciona el inconveniente primario. La uremia puede ser menor de lo común en animales con patología hepática. Si bien esta es la causa más habitual, no debemos olvidar que hay otras nosologías que asimismo tienen la posibilidad de acrecentar la uremia en el análisis de sangre en perros.
Fosfatasa alcalina elevada en perros con patología de Cushing
La fosfatasa alcalina sérica (ALP) elevada es un descubrimiento de laboratorio común en pacientes esqueléticos. En una investigación de muestras de sangre sucesivas mandadas a un laboratorio de referencia, el 39 % de todos y cada uno de los perros y el 51 % de los perros mayores de 8 años tenían escenarios superiores de ALP (Comazzi et al, 2004). La alta sensibilidad (86 %) del incremento de ALP para advertir anomalías de la salud hepáticas se dificulta por la baja especificidad (49 %), puesto que varias anomalías de la salud no hepáticas, tal como medicamentos y glucocorticoides, tienen la posibilidad de alentar la producción de ALP en la enzima. La evaluación de pacientes caninos con incremento de ALP de forma frecuente muestra un problema diagnóstico.
La ALP sérica total es la suma de L-ALP, B-ALP y C-ALP. La proporción de cada isoenzima cambia con la edad en perros normales. B-ALP es mayor en perros inferiores de 1 año de edad y representa el 96 % de la ALP total; este porcentaje reduce con la edad hasta cerca del 25% en perros mayores de 8 años. C-ALP representa del diez% al 30% de ALP en perros normales, con des mucho más altas en perros mayores y des mucho más pequeñas en perros jóvenes. L-ALP es la isoenzima predominante en perros mayores de 1 año.
GRASAS
Esta dieta ha de ser moderada/baja en grasas.
El hígado genera bilis para digerir y absorber las grasas en el intestino, y asimismo se hace cargo de regular el colesterol. Por consiguiente, si ingresamos dietas muy grasas en un hígado que no marcha realmente bien, hacemos que ande mucho más, con lo que debemos limitar el consumo de grasas plus.
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